sábado, 23 de julio de 2022

SOÑANDO CON EL RORAIMA

Por: Martín A. Fernández Ch.

Fecha: Noviembre 2014, re-editado el 23/07/2022

Luego de caminar varios días, seguramente agobiantes por el intenso calor y la larga travesía, con una mochila en mis espaldas que se hará pesada por tanto andar, acompañado de la desesperación de llegar a este imponente tepuy, solo esperaría a que, cuando llegue a la cima, ponerme de rodillas y con las palmas sobre el suelo, y daría suspiros para agradecer a Dios por ese momento. Luego, me inclinaría para  besar el suelo y acostarme boca abajo, con la frente posada en la gran roca para tratar de conciliar un hermoso sueño, matizado en la inspiración de  esta belleza natural.

Andaría descalzo, para que su energía fluya a través de mis pies. Estaría sin camisa ó, si es posible, en ropa interior ó mejor, desnudo. Para sentir como Dios acaricia todo mi cuerpo mediante la luz, el viento, el húmedo ambiente y hasta con el silencio. Mi rostro se llenaría de alegría por el placer de tener cerca al cielo, por ver, desde lo alto, ese bosque amazónico que se expande hasta el horizonte, que se hace infinito, con su tono de verde, reflejo de esperanza.

También me sentaría a meditar, cerrando los ojos buscando poner mi mente en blanco, tratando de escuchar los variados sonidos de la selva que el viento me hace llegar. Imaginarme que me fundo con la naturaleza, que le pertenezco, que vuelo y la recorro desde lo alto, con las manos extendidas rosando con las copas de los árboles.

En ese momento, recordaría a mis seres amados, los vivos y los muertos. Los primeros, para trasmitirles desde lejos ese sentimiento que experimento de paz y alegría, y así, esperar contagiarlos de mis emociones. Los segundos, para honrarlos, trayendo a mi memoria aquellas alegrías que vivimos juntos. Rezaría para que Dios esté conmigo, para decirle que lo amo,  y para que me perdone por mis imperfecciones y faltas que he cometido en la vida.

Estando de pié y a la orilla del Roraima, con vista a ese verde sin fin, inhalaría hasta casi reventar, para exhalar fuertemente con un grito potente, pronunciando los nombre de aquellas personas que son parte de mi vida, seguido con un “te amo” pronunciado desde la profundidad y la pureza de mi corazón.

Luego de admirar ese momento por un largo tiempo, es cuando usaría mi cámara fotográfica para tratar de secuestrar esa existencia, que seguramente fracasaría en captar su belleza presente, pero tendría vestigios de imágenes que me ayudaría a recordarla cuando lo desee y así volver a tener en el presente todas esas emociones que rejuvenecieron mi alma y mi espíritu, vividas en ese momento. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

ÚLTIMA CONVERSACIÓN

Autor Martín Fernández Fecha de publicación: 31/08/2024   Al pie de un arbusto, resguardado en una morada con forma de cueva hecha con...