Fecha: 30/06/2023
Autor: Martín A. Fernández Ch.
En esta oportunidad le asignaron el número 282, para identificarlo en el cruce a nado del Orinoco – Caroní, que va desde el pueblo de Barrancas hasta la ciudad de San Félix. En línea recta, se trata de una distancia de 3.100 metros, aunque dicha longitud puede variar dependiendo de la estrategia del nadador para lograrlo, algunos, los más fuertes, nadan sin desviarse, otros prefieren ir en diagonal contra corriente, aprovechando la protección de la isla Fajardo, la cual se encuentra casi a medio camino, reduciendo la fuerza del cauce.
En la salida, estando en la playa de Barrancas, 282 observó que había pocos nadadores, no llegaban a 50, cuando en oportunidades anteriores eran más de 500 personas. Su compañera de equipo, quien estaba por fuera, le gritaba que se retirara. Él no asistió al congresillo que se dictó en el día anterior, momento en el cual los organizadores hablan sobre las normas para el cruce y de la fuerza de la corriente. Asumió que tan reducida cantidad de competidores se debía, seguramente, a que las condiciones eran muy adversas, pero luego recordó que en el camino de venida vio que el nivel del agua estaba bajo; por lo cual, la razón debía ser otra que desconocía. No hizo caso a su amiga, porque el año pasado pudo hacer el reto sin problema y supuso que en esta oportunidad también podría.
Al sonar la chicharra de salida, los competidores se lanzaron al agua y comenzaron a nadar, algunos con mucha energía y otros iban más pausados buscando disfrutar de la competencia, puesto que asumían que no tenían oportunidad de ganar, pero sí complacían su deseo de poder cruzar todo el trayecto.
El 282 pensó hacer la misma estrategia de siempre: nadar el Orinoco en dirección a la isla Fajardo, buscar su orilla para ralentizar su nado y así descansar y, luego de pasarla, nadar cierto tramo del río Caroní en dirección hacia su naciente; después, ir visualizando alguna playa por encima de la llegada, mirando siempre en esa dirección y cuidándose que la corriente no lo desviara.
Cuando 282 se acercó a la orilla de la isla Fajardo, justamente en el momento que su astigmatismo le permitió ver con claridad, observó que había unos grandes y feroces caimanes amarrados en la orilla, eran Caimanes del Orinoco, muy largos y gruesos, como de 7 metros y más de 350 kilos. Algunos de ellos rompieron sus cadenas de tanto forcejeo cuando vieron a los nadadores pasar. Entonces, observó que uno de ellos atacó al que estaba más adelantado, a quien aventó hacia arriba y lo volvió a morder por su tronco. No lo soltó, giraba con el cuerpo y luego se hundieron. Otro caimán que logró soltarse agarró al siguiente nadador, pero por la cabeza, desprendiéndosela de un tajo. Él pensó que no lo iban a atacar porque esos animales estarían entretenidos y seguramente habían saciado su hambre, pero temió que otro se fuera a soltar, por lo cual, nadó lo más fuerte que pudo para pasar pronto ese tramo. Se abrió camino entre la sangre de las víctimas, tropezándose en el trayecto con partes desprendidas de los cuerpos. Se atrevió a mirar hacia atrás y le asustó el escenario, todos los caimanes se habían soltado y era una carnicería. Esta situación lo obligó a cambiar su estrategia.
Al pasar la referida isla del terror, miró río arriba, buscando la oportunidad de nadar cubriéndose de la corriente, como lo había pensado, pero en ese lado también había caimanes. Esto obligó a 282 nadar en dirección recta, sin desviarse, y apurar los ciclos de brazadas. De vez en cuando veía hacia atrás, donde ya no había animales amarrados, todos se habían soltado atacando a los más rezagados, lo cual lo aterrorizó provocando que nadara más rápido aún.En el tramo medio del Caroní, los pocos nadadores que quedaban se sintieron más aliviados, ya que los caimanes se habían dispersado y buscaron reposar en las distintas playas del lado del Orinoco. Ya habían calmado su hambre. El 282 se recordó de aquella canción de Billo´s Caracas Boys, que escuchó cuando niño, la cual decía “se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla”. Pero apareció otra sorpresa, varias embarcaciones se acercaron a los lados de los nadadores que andaban aguas abajo y vaciaron varias jaulas de peces al agua, gritando al mismo tiempo “no paren de nadar que allí van las Pirañas”. Estos nadadores fueron atacados de manera inmediata, se les escuchó gritar de pánico, golpeaban el agua buscando asustar a los sanguinarios peces, pero luego se hundieron y solo se vio surgir la sangre y el agua se revolvió por la agitación de estas criaturas.
Esta crueldad de los organizadores provocó ira en 282; sin embargo, no le quedó otra que nadar por su supervivencia. Pensó que había suficiente sangre dispersa en el agua como para que no lo fueran a atacar, pero cuando solo le faltaban 300 metros para alcanzar la meta, sintió algunas mordidas en las piernas y en el torso. Se preguntó por los caimanes, que son los principales depredadores de las pirañas. Él nadaba más rápido, buscando sacudirse a éstos carnívoros y así como también, daba medios giros con su cuerpo para lograr zafárselos. Cuando pudo llegar a dicha meta, al salir del agua caminando a la playa, 282 sangraba por todas partes de su cuerpo, con su traje de baño destruido que dejaba mostrar sus partes íntimas mordidas, estaba muy débil. Sintió algo doloroso en su oreja derecha y al tocarla con su mano, se dio cuenta que le faltaba por completo y que sangraba. El personal de emergencia se le acercó para atenderlo y 282 estaba tan exhausto que cayó al piso.
En la playa de llegada, el público lo aplaudió efusivamente, puesto que llegó de primero y había batido el record de tiempo, además, fue el único que pudo llegar a salvo, aunque no entero. Cuando recuperó el aliento y sus fuerzas, levantó la cabeza y buscó con la vista el lugar donde se encontraban las autoridades del evento y les hizo una señal grotesca con su mano derecha ensangrentada, mostrando que le faltaba su dedo medio, dejando claro su protesta por tan absurda y maquiavélica idea, pero ellos solo se rieron.
Más tarde, se consiguió con su compañera de equipo, quien lo abrazó y le dijo que fue muy valiente en competir. Al ver que 282 estaba energúmeno, ella le señaló que en el congresillo se avisó sobre estas novedades, que lo advirtieron, que eso le pasó por no haber asistido, al igual que los difuntos, cuyas partes seguramente ya habían llegado al Mar Caribe.
La gente de la prensa se le acercó para entrevistarlo y 282 les dejó claro que las condiciones establecidas para la competencia fueron inhumanas y una irresponsabilidad de los organizadores, provocando la reducida participación y la muerte de casi todos los que nadaron, que por desconocimiento se atrevieron a realizar el cruce. Al día siguiente, los periodistas publicaron lo que quisieron o lo que le dejaron escribir. Uno de los artículos, que fue titulado “282, el Caimán del Orinoco que venció a las pirañas”, lo resaltaron como el gran nadador que obtuvo el mejor registro de tiempo de la historia de esa competencia, y que eso fue gracias a la extraordinaria organización del Alcalde de San Félix.
FIN
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