jueves, 21 de julio de 2022

EL CORCHO

Autor: Martín A. Fernández Ch.

Fecha: Noviembre 2014, reeditada el 21/07/2022

Era un sábado de Octubre, que pretendía ser un día normal, propio del mes, soleado y un cielo despejado de un intenso azul, la diferencia la hacía un compromiso que tenía con una amiga para almorzar. Nos conocimos hace algún tiempo, siempre manteníamos contacto por motivos de trabajo, pero en el tiempo se fue construyendo una relación más estrecha, hasta llegar a compartir intimidades.

Últimamente, nos reuníamos más a menudo para almorzar o cenar, y ponernos al día sobre nuestras vidas, teníamos preocupaciones por nuestros hijos. Su hijo, se había ido a estudiar a una universidad fuera de Caracas, en Barquisimeto, a donde casualmente también se fueron mis pequeños hijos a vivir con su madre. Esa carencia, por la distancia de nuestros amores, nos unía en largas conversaciones, no necesariamente para lamentarnos, sino para acompañarnos en frescas estancias, hablando de anécdotas, de lo bello de la vida, y hasta tratando de entender los misterios que se nos presentaban para llegar a la felicidad.

Recuerdo que ese día, como todos los sábados, me levantaba temprano, a las seis de la mañana, para ir a caminar al Parque del Este. Luego, pasar por el mercadito de la Tercera Avenida de Los Palos Grandes, a comprar frutas, un ramo de margaritas blancas o amarillas y una rica cachapa con queso de mano para desayunar (lo cual me permitía presumir antes mis amigos del exterior, quienes añoraban un desayuno como ese, cuando nos comunicábamos en los chats).

Cerca de la hora de la cita, la cual era entre las dos y tres de la tarde, me fui preparando, esta vez preferí ir bien vestido, no elegante, con un toque de mi mejor perfume, buscando que ella se sintiera a gusto conmigo. Además, se trataba de una mujer muy hermosa, cabello largo y elegante, de piel morena y una sonrisa contagiosa. Quedamos en que me buscaba en su carro, como siempre, para mí era una incertidumbre a donde iríamos a almorzar, ella era más conocedora de restaurantes, es más caraqueña, y siempre damos con lugares donde se puede disfrutar de excelente comida y de un buen vino.

Llegamos al restaurant, era uno que se llamaba Rúa, ubicado en Las Mercedes, primera vez que lo visitaba. Escogimos una mesa cerca de la entrada. Para comenzar, pedimos de comer unos aperitivos, luego, como plato fuerte, algo del mar y lo acompañamos de una botella de buen vino blanco, que ella escogió porque tiene mayor conocimiento y aprecio a la belleza de esta bebida. Durante el almuerzo conversamos agradablemente de muchos temas: de los hijos, del trabajo, del beisbol, de los amigos, en fin, de la vida. Después, vino el postre y seguimos conversamos. Al acabarse el vino, nos tomamos un digestivo, el cual repetimos, sin parar de compartir nuestras emociones. Ya eran como las siete de la noche, cuando comienzan a llegar los invitados a una celebración de aniversario de casados de una pareja desconocida, quienes habían reservado un área en el segundo nivel del restaurant, animada con música, la cual aprovechamos para bailar al lado de la mesa. Ella bailaba muy bien, sonaba salsa y nos reímos mucho, porque se me había olvidado como girar y moverme, hasta que agarré el ritmo.  En todo ese tiempo nos conectamos de manera especial, sentí algo distinto a otros días, sentí que nos conectamos de verdad, sentí como si viajáramos juntos en el tiempo y en el espacio, allí y en ese momento entendí lo importante que era ella para mí.

No le dije nada, para mí era muy importante ese sentimiento de la amistad, pero quise llevarme un recuerdo, y ese fue el corcho de la tapa de la botella de vino, el cual mantuve en mi mano, que en algún momento se había caído al piso, pero disimuladamente lo recuperé. Quizás pareciera tonto, pero pensaba que de cosas sencillas se pueden tener recuerdos hermosos, y se me ocurrió que ese corcho era el objeto que me recordaría ese momento en particular, cuando nació una amistad profunda y verdadera.

Dicha amistad, en pocos días, se convirtió en un sentimiento verdadero y sincero, lleno de plenitud y de paz, como es el amor.






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